Hay diversas parroquias y templos católicos dedicados en su honor en diversas poblaciones y ciudades del mundo. Es el caso de Guadalajara, Jalisco, donde una de las parroquias de los barrios más céntricos y populares lleva su nombre.
María Francisca Teresa Martin, fue una mujer francesa, que nació en enero de 1873 y falleció bastante joven apenas a los 24 o 25 años en septiembre de 1897 en Francia, en la región de Normandía, de ahí que se conozca como Santa Teresa de Lisieux, pues es la localidad donde murió. Enfermo de tuberculosis un año antes de su muerte.
Santa Teresita fue una hija de unos padres franceses, su padre relojera y su madre costurera, sin embargo su madre muere cuando ella apenas era una niña de cinco años, fue la menor de 5 hermanas y además tuvo 2 hermanos pero lamentablemente éstos fallecieron.
Fue educada, criada y formada en la fe por su padre y hermanas, especialmente por una de ellas que ingreso antes que ella al Carmelo,
Escogió el nombre de Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz, pues era una gran devota de la niñez de Jesús, así como de la pasión que sufrió como Cristo. De ahí que se le conozca principalmente con este nombre.
A la temprana edad de 14 años, quiso entrar al convento, pero al ser muy joven fue rechazada, sin embargo en una peregrinación en Roma por el jubileo del entonces Papa León XIII, Teresa se arrodilló y le comento sus aspiraciones, el Papa impresionado dijo que si era la voluntad de Dios así sería.
Ingresó entonces a las Carmelitas en 1888 y profesó sus votos en 1890. Fue una religiosa piadora y que oraba con frecuencia por los misioneros.
Santa Teresa de Lisieux o del Niño Jesús, es una mujer santa con una gran fama y muy venerada, quizá como otros santos famosos como San Juan Bosco o San Nicolás de Bari.
Teresa fue una mujer sencilla, noble y humilde, especialmente de espíritu, aunque en su infancia fue como buena francesa que era, devota y admiradora de Juana de Arco, también santa, ella entendió y aceptó que su camino era la santidad por medio de la sencillez de las cosas pequeñas como los niños.
Una de sus frases más celebres y trascendentes es: "La confianza, y nada más que la confianza, es la que debe conducirnos al amor de Dios". Por su pensamiento se le considera una mujer de profunda reflexión de las sagradas escrituras y la espiritualidad.
Después de su muerte, muchos feligreses peregrinaron hasta su sepulcro para pedir su intercesión, y hasta la fecha. Fue beatificada en 1923 y canonizada apenas 2 años después en 1925. Considerada por uno de los Papas como una de las santas más grande de los tiempos modernos. En Lisieux hay una gran basílica que recibe a grandes números de peregrinos.
Fue nombrada doctora de la Iglesia por el entonces Papa Juan Pablo II en 1997, a 100 años de su muerte, por la razón de que une la teología cristiana con la vida en santidad.
Santa Teresita dejó una vasta cantidad de escrito compendiados en sus manuscritos que se dividen en tres partes (llamados A, B y C), bajo el título de "Historia de un Alma", cada una dedicada a una madre o religiosa en el convento de las Carmelitas. En estos escritos se da cuenta de su profundo conocimiento de la Biblia y su gran habilidad para hablar sobre la santidad de la vida por medio de la cosas pequeñas de la vida cotidiana.
Teresa hablaba de una especie de caminito espiritual que una de sus hermana definió como infancia espiritual que es dejarse llevar como niño por Dios con total humildad y abandono hacia Él. De tal modo que es renunciar a las cuestiones mundanas de la vida terrenal y entregarse a Dios por medio de Jesús, con una confianza como la de un niño. En esto coincidía con San Francisco de Asís.
Hay algunas oraciones a Santa Teresita del Niño Jesús, pues es patrona de las misiones, de Francia, de los jardineros, los enfermos, entre otros. Una oración para pedir su intercesión es la siguiente:
¡Oh Santa Teresita del Niño Jesús, modelo de humildad, de confianza y de amor! Desde lo alto de los cielos deshoja sobre nosotros esas rosas que llevas en tus brazos: la rosa de humildad, para que rindamos nuestro orgullo y aceptemos el yugo del Evangelio; la rosa de la confianza, para que nos abandonemos a la Voluntad de Dios y descansemos en su Misericordia; la rosa del amor para que abriendo nuestras almas sin medida a la gracia, realicemos el único fin para el que Dios nos ha creado a su Imagen: Amarle y hacerle amar Tú que pasas tu Cielo haciendo bien en la tierra, ayúdame en esta necesidad y concédeme del Señor lo que Te pido si ha de ser para gloria de Dios y bien de mi alma. Así sea.
Rezar un Padre Nuestro.
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